NEL Lima
Reseña noche de escuela del 23 de junio de 2016 "violencias y pasiones, sus tratamientos en la experiencia psicoanalítica"
por José Miguel Ríos
Asociado NEL-Lima
I
La primera semana de invierno en Lima fue abrigada por nuestros dos recientes asociados, quienes como leños frescos encendieron la fogata.
Roberto Galván trabajó el tema de la violencia, apoyado por un texto de María Cristina Giraldo, haciendo hincapié en las consideraciones que tiene el psicoanálisis sobre la víctima y los episodios de violencia, destacando así 3 puntos:
II
Basado en el texto publicado en Matemas II, "A propósito de los afectos en la experiencia psicoanalítica", Renzo Pita hizo un recorrido a través de las diferencias entre pasión, afecto y emoción en psicoanálisis. Tomando en cuenta que Freud no habló de pasiones sino de afectos, surge la pregunta entonces de qué es un afecto para Freud. Para él, el afecto aparece en oposición al término idea o representación ("Neuropsicosis de defensa"). Más aún, tomado desde el punto de vista económico lo equipara a un quantum susceptible de aumentar o disminuir cuantitativamente según el placer o displacer que se experimente. Ahora bien, según esta concepción podría pensarse los afectos como algo biológico u orgánico, en cuyo caso caería dentro del campo de la emoción. No obstante, siguiendo a Reckis, nos preguntamos cómo podría pensarse el dolor cuando el cuerpo no lo produce. Al parecer, como diría Lacan, nos guiamos erróneamente por la emoción o por la pasión cuando se habla del afecto.
De esta manera, se hace patente para Lacan que este planteamiento nos lleva a un callejón sin salida. Es así que propone en "Televisión" a los afectos como 'pasiones del alma', entendiendo a la pasión como la relación que se tiene con el Otro. Éste es un intento de Lacan de pasar de la psicofisiología freudiana a la ética, es decir, a la responsabilización del sujeto en eso que lo afecta. El afecto vendría a ser entonces la forma cómo un cuerpo ha sido afectado por el lenguaje; un real del sujeto con el significante. De esta forma, los afectos estarían supeditados al significante, por lo cual pueden migrar, de allí que tengan un lugar en la experiencia psicoanalítica debido a la transferencia.
Discusión:
La conversación final giró en torno a la conjunción entre los temas presentados: Víctima y Pasión. Surge así la pregunta central de cuál sería el afecto en juego en el papel de la víctima. Se indica entonces que, en cierta medida, todos los pacientes serían víctimas, pues llegan afectados por un síntoma. Presentan un trauma inherente a la llegada del lenguaje. Afectados así por su propio goce.
Se pensó también en el razonamiento de un 'Otro malo' desde los medios de comunicación que coagula el evento violento, saturando el trauma e impidiendo se vehiculice la palabra del sujeto. Hay que prestar especial cuidado al escuchar a la gente para no posicionarlos en ese lugar desde nuestro lado.
Aun así, el reconocimiento de la posición de víctima hace que el sujeto haga algo con eso. Verbigracia, en determinadas circunstancias se podría acoger a la víctima. El asunto sería plantear la pregunta de qué hacer con ese objeto gozado, con eso que sucedió. La denominación de víctima permite que el sujeto, al reconocerse en esa posición, pueda tomar cartas en el asunto. Habría que evitar el rechazo de saque.
Ya por terminar la noche, quedaba aún la pregunta de cómo darle valor al significante 'victima' para salir de esa posición y no coagularla. ¿Se trataría de una cura de atravesamiento de la tempestad del mar de las pasiones para llegar a la orilla del significante? ¿Qué lugar darle entonces a las pasiones? Se piensa entonces se trataría más bien de un recorrido que realiza un sujeto durante un análisis, entre la posición epicúrea (a distancia) y la estoica (en semejanza).
COMISIÓN CIENTÍFICA
Piedad de Spurrier, Maria Cristina Giraldo, Gerardo Réquiz y Clara María Holguín
COMISIÓN ORGANIZADORA
Responsables: Mónica Febres Cordero de Espinel, Mayra de Hanze y Elena Sper. Miembros y asociados de la NEL-Guayaquil
COMISIÓN BIBLIOGRAFÍA
Marita Hamman y Ana Viganó