21 AL 23 DE OCTUBRE DE 2016
IX JORNADAS DE LA NEL
Intercambios con la ciencia y la cultura

La violencia del silencio del Otro
por Gladys Martínez

El salón suicida, película polaca estrenada en el 2011, es una de esas películas que no admite que uno se quede en silencio después de verlas. Suscitan ganas de bordearla con palabras pues toca uno de esos indecibles humanos que compartimos como especie. Se podría analizar desde muchas problemáticas de actualidad como el fenómeno del Hikikomori, el cyberbullying, el suicidio adolescente, la realidad virtual, todas ellas tratadas de manera magistral, pero pensando en el tema de las Jornadas encontré la oportunidad de articularla a las violencias. Propondría para su lectura, la violencia que desata el silencio del Otro y el silencio del otro.

Jan Komasa, director y autor del guión, usa una creativa combinación de imágenes reales e infografía para adentrarnos en el mundo de desamparo radical de un adolescente que al comienzo del film está caracterizado como el hijo único que lo ha tenido todo, excesivamente: padres exitosos, dinero, lujos, popularidad, belleza.

Todo andaba bien para Dominik, protagonista del film, hasta que estrepitosamente dejó de estarlo. Empujado por el desborde retador de sus amigos que portaba con prisa interrogantes sobre la sexualidad que ya no se orienta por el Ideal paterno, se desatan en cascada una serie de eventos que lo confrontan, cuerpo a cuerpo, con un goce imprevisto que rompe el espejo.

Este encuentro contingente con un goce del cuerpo, capturado en acto por un teléfono celular, queda expuesto ante la mirada de sus pares en inmediatez viral. Así es dada a ver, como material de entretención y burla, su mismísima extimidad. Cabe anotar que la in-mediatez no sólo denota la velocidad y simultaneidad propia de los aparatos tecnológicos que abren otros estatutos de espacio y tiempo, sino que señala de manera sustancial la ausencia de ningún tipo de mediación simbólica ni de alguien que la encarne.

En este momento de desamparo detiene su caída otro encuentro: una página web donde puede crearse un avatar y entrar a un mundo paralelo, realidad artificial, donde chicos como él, descreídos del mundo, depositan su dolor e idean las maneras de poner fin a sus vidas.

Los padres de Domink, presos de su competitividad de éxito profesional y sexual, son delineados por el director como adultos absolutamente refractarios al aislamiento y encierro de su hijo. Responden con el silencio de un deseo no encarnado. Responden con el silencio de la ausencia de amor. Dominik no vuelve al colegio, ni sale del cuarto, pues, sin identificaciones ni Otro familiar, sólo encuentra sostén en esta virtual comunidad de goce que constituye como "nueva familia". Lo frágil de este sostén, no es sólo que se trata del simulacro peligroso de imágenes virtuales que se viven como reales en un escenario social donde los cuerpos no están, si no o más precisamente, que puede desenchufarse, y sin internet, no hay localización posible.

En este cuarto suicida Dominik encuentra el amor de Sylwia, avatar que, frente a su franca desorientación, le "ordena" cómo vivir, cómo interactuar. Pero ella es la máscara de una joven real sustraída de los asuntos reales de la vida ya que no volvió a salir de su cuarto desde hace 3 años. Para él es necesario un encuentro de los cuerpos, así sea para facilitarle como don de amor lo letal. Pero ella, arrasada por su propio goce caprichoso, le responde con el silencio de su propia pulsión de muerte.

La película está atravesada por el grito violento de un joven, I´m a mess, the anxiety I feel overwhelms me, que no cuenta con un partenaire que lo escuche. Finaliza de manera brutal radicalizando el silencio y la soledad humana a través del ojo mecánico de una cámara de celular como única presencia frente a lo irreversible de la muerte.

Escuchar: Nothing to lose de Billy Talent

NEL - Nueva Escuela Lacaniana