Las pasiones del Ser bajo transferencia
por Alexandro Simancas O.

¿Qué abordaje para las pasiones del Ser en los tiempos de la hipermodernidad, en la época en el que el petit a se encuentra en el cenit de la civilización mundial, y ha empujado a transformar el sentimiento trágico de la vida de los hombres y mujeres de hoy al delirio del consumo en la prevalencia del individualismo de masas; cómo se articulan las pasiones de la ignorancia, el odio y el amor a las pasiones del alma - tristeza, gay savoir, felicidad, beatitud, tedio, mal humor- en un tiempo de exacerbación del narcisismo, y de las violencias manifiestas en todos los ámbitos de la relación humana?

Eric Laurent en su seminario de Bahía[1] nos recuerda que las pasiones del Ser son pasiones de la relación al Otro, æfectos[2] producto de la incidencia del significante en el cuerpo del parletre, vividos como una elección forzada que nos lleva a encarnar en el lugar del Otro, amor, odio e ignorancia; en su movimiento, estas pasiones como sus verbos implican acción, signos leídos en el malentendido de la lengua que hacen posible la emergencia de un sostén, para abordar a un ser prendido al otro que solo se sostiene por errarse[3], dejando elidido o ignorado para el sujeto el verdadero resorte que impulsa nuestros afectos: el objeto a, que en la puesta en acto de la realidad inconsciente[4] desplegada en la transferencia da cuenta de los modos permanentes según los cuales, el sujeto constituye sus objetos[5] sexuales.

El eje entonces que subraya Lacan para el tratamiento estratégico de la trasferencia no es vía las pasiones que surgen tanto en el analista –contratransferencia- como en el analizante –transferencia positiva/negativa- sino el deseo del primero que en el ejercicio de sostener un semblante de petit a, opera mediante su acto el corte necesario para provocar la caída de las identificaciones, que avanzan al parletre, en el despejamiento de su deseo y la singular articulación de éste con la letra de su sinthome.

La clínica de la transferencia, lejos de proponerse el exorcisamiento de las pasiones, una ascesis, tendiente a conseguir el dominio absoluto de nuestros afectos bajo la egida de los ideales del yo, hace uso de las perturbaciones que causan, del desorden, de lo que fracturan para el sujeto en una realidad construida conforme a su fantasma, que cuando se desestabiliza, es posible transformar en oportunidad para el analizante, de realizar una mutación en sus formas de satisfacción, que modifique el sufri-miento producido por la neurosis.