21 AL 23 DE OCTUBRE DE 2016
IX JORNADAS DE LA NEL
Textos

La guerra: "solución final" al malestar de la cultura
por Antonio Aguirre

Freud ha resumido en tres los calmantes para el malestar de la cultura. Encontró difícil ubicar la religión en la serie, pero ciertamente creía que estaba en ella. También hizo un juicio sobre la acción revolucionaria comunista, señalando que en lo psíquico era una vana ilusión: no anularía el más poderoso motivo para la agresión.

Es obvio que lo que llamamos cultura es el resultado de nuestras represiones, y que como compensación y alivio tenemos la oferta y consumo de un mercado extenso, que incluye goces sexuales y muchos de los que no lo son. Este mercado podemos concebirlo como un espacio sublimatorio disperso, flexible, diversificado: un mundo, para decirlo con Bauman, "líquido". Es la forma capitalista de la sublimación, que evade el poder del estado, de sus represiones policiales, yendo por delante de sus disciplinas, sus controles evaluadores, su educación biopolítica. El socialismo no es otra cosa que el esfuerzo para recobrar el poder controlador que se disgrega (Lacan, seminario 16).

Pero las sublimaciones dispersas y dispersantes en el capitalismo muestran una marcada tendencia hacia el acting out. Manifestaciones, happenings, flash mobs -un viejo conocido de los estudiantes de los 60 en América Latina, el "mitin relámpago", aunque su propósito no era estético sino de "agitación y propaganda"- todo tipo de perfomances y espectáculos. Lacan ve en el "acting" una transferencia salvaje, una que no va al análisis, pero que no deja de constituir un llamado al Otro, subiéndose a la escena para decir algo. De otro lado está el barranco, el pasaje al acto autodestructivo y mortífero: la soledad del intoxicado es el paradigma de nuestros días, pero hay variedades para todo gusto.

La angustia está en el eje de la experiencia subjetiva. Los desvíos del acting out y del pasaje al acto son intentos fallidos, si no terminan en la muerte, accidental o voluntaria. El psicoanálisis ha respondido al malestar de la época con una fórmula paradójica: no hay relación sexual, porque no hay La Mujer. Lo femenino (término más adecuado que "la feminidad", como lo destacó Miquel Bassols) permanece como el agujero negro del parlêtre. Su tratamiento es quirúrgico, no tecno-industrial, ni de masas, es una-por-una, pacientemente.

La guerra, compañera fiel de la revolución y de la religión, nos promete una "solución final" para el enigma que nos angustia. Lacan habla de una captura monstruosa. ¿Captura de qué? Respuesta: de la transferencia salvaje, de la multitud, de las masas dispersas del acting out. ¿Quién captura? Los caudillos de cada banda, la canallada colectiva del partido, el clero mentiroso como lo llamaba Lacan, y que Miller añadió que puede ser también asesino.

La agresión dispersa y cotidiana es la que Lacan decía que no ponía en peligro el porvenir de la humanidad (La psiquiatría inglesa y la guerra). Eran los oscuros poderes del superyó, aliados con la cobardía de la conciencia, los que nos conducen al sacrificio, en la vía de una "manipulación concertada de las emociones y las pasiones".

Volvamos al interrogante freudiano, modificándolo. ¿Por qué los humanos luchan? Porque les gusta. Esa obviedad, que George Orwell decía que todo hombre inteligente debe recuperar, está ignorada en la deriva política utópica y beatificante de un "condicionamiento universal" (Lacan, Acta del 64). Eric Laurent nos recuerda que para Lacan el analista debe permanecer próximo a su maldad, al resto ineliminable que se conecta con el odioamoramiento*. ¿Cómo se aproxima la razón analítica -que no es dialéctica- y la pasión del analista?

* Entrevista a Eric Laurent, realizada por Clara María Holguín, 2016.

NEL - Nueva Escuela Lacaniana