21 AL 23 DE OCTUBRE DE 2016
IX JORNADAS DE LA NEL
Entrevistas

Entrevista a Alexandre Stevens
por Sofía Guaraguara
Traducción de: Magda Gomez. Psicóloga clínica. Psicoanalista (Paris)

Sofía Guaraguara: Buenos días querido Alexandre, las IX Jornadas de la NEL "Violencia y pasiones" se llevarán a cabo en Guayaquil. ¿Nos podrías responder a algunas preguntas?

Alexandre Stevens: Hola Sofía, sí, con mucho gusto.

S.G.: Entonces, ¿cómo articular la violencia y las pasiones?

A.S.: Digamos, que, efectivamente, la violencia y la pasión están vinculadas, ya desde el inicio de su enseñanza Lacan situaba tres grandes pasiones: el amor, el odio y la ignorancia. En los efectos de violencia que se pueden ver en la sociedad, hay un tipo de violencia convencional a la que llamamos violencia pasional o crímenes pasionales, es decir, todo lo que sucede entre el amor y el odio. ¿Cómo dos personas ligadas pueden deslizarse entre el amor y el odio?, no se trata de pasiones contradictorias, sino al contrario de pasiones íntimamente ligadas. Hay un texto de Jacques-Alain Miller, del cual no tengo en este momento la referencia exacta, pero que corresponde a una intervención que hizo hace un par de años en Barcelona sobre la cuestión de la "hainamoration" sobre el vínculo íntimo entre el amor y el odio. No es solamente que el odio viene como respuesta al amor cuando éste se desvanece, sino que, más bien se trata de lo que une el amor y el odio. Aquí tenemos todas las violencias pasionales clásicas. Obviamente, cuando incluimos la tercera pasión, la ignorancia, podemos ver que la podemos articular a las violencias más locas, la ignorancia no excluye el sentido, al contrario, la ignorancia es la cara de un sentido más bien débil. Lacan dice que el sentido es siempre religioso, de hecho, cuando la ignorancia se introduce en el odio esto da como resultado pasiones locas, pasiones destructivas, a veces en nombre del sentido religioso o en nombre de "ideales" que caen sobre todo en la ignorancia, entonces me parece que en efecto, la relación entre pasión y violencia es una articulación casi clásica, en la enseñanza de Freud y Lacan. Uno puede preguntarse cómo las pulsiones se encuentran enredadas en Freud, pero tal vez con la evolución de la sociedad, este aspecto de pasión por la ignorancia incluido en la violencia, es hoy en día de lo que se hace cargo el campo social.

S.G.: Precisamente frente a los cambios en la sociedad, es evidente que la pulsión no atrapada por la lógica de la castración se generaliza. Cuál es entonces el trabajo del psicoanalista cuando nada puede detener la pulsión agresiva?

A.S .: Sí, lo que tu mencionas aquí, es la violencia fuera de la rivalidad fálica. Todo lo que es violencia fuera de esta rivalidad, nos sitúa en el campo clínico, por lo general del lado de la psicosis o incluso en una cierta forma de debilidad en el sentido de un déficit que es consecutivo a la psicosis en sí misma, la debilidad es un modo de respuesta a la psicosis. Así que, obviamente, un psicoanalista puede estar confrontado a este tipo de violencia del lado de la clínica de la psicosis, pues el sujeto está capturado en ese movimiento de violencia ya sea del lado de la víctima o del lado del agresor. Vemos esto, obviamente, en las personas que vienen a quejarse de la violencia que los desborda, que no controlan, y en los que vienen porque se encuentran a menudo en el pasaje al acto. El trabajo del psicoanalista es un trabajo que busca apaciguar el goce, pero por supuesto no podemos decir que la base del trabajo analítico es apaciguar el goce, el goce es también el lado vivo del sujeto y no vamos a considerar que es mejor no estar vivo. Al contrario, cuando hablo de apaciguar es precisamente en la medida en que el goce desborda al sujeto mismo, sea que lo invada o lo moleste, el sujeto busca una solución para que desaparezca. Lo que Lacan nos enseña y que Jacques-Alain Miller también desarrolla con respecto a la enseñanza de Lacan, es cómo podemos ayudar al sujeto a una cierta construcción, incluso a una cierta creación que puede venir a apaciguar este goce a través de la articulación simbólica. Según la expresión de Freud " el delirio es ya un proceso de cura", todo proceso de construcción, aunque sea delirante, participa en este apaciguamiento si es que no viene a amplificar, porque siempre existe el riesgo, de aumentar la dimensión delirante como tal. Pero lo que más retengo de la enseñanza de Freud, Lacan y Miller es que el apaciguamiento de este goce viene del lado de la reducción del sentido y a condición de reducir el peso del sentido, permitimos así al sujeto encontrar ciertos apaciguamientos con respecto a eso que en el sentido lo hacía deslizarse hacia ciertos tipos de violencia (pasajes al acto, etc.), en respuesta a la angustia de deslizamiento de sentido. La reducción de sentido – hablamos a menudo del fuera de sentido – consiste en reducir el peso del sentido, fuera del sentido como tal, es una expresión que está todavía muy limitada con respecto a lo que se apunta, ya que si bien el sentido está siempre presente, de lo que se trata es de reducir el peso. Lacan articula también con la función de la letra, lo vemos bien en algunos psicóticos, cómo el trabajo de la letra es algo que viene a apaciguar el goce desenfrenado que desborda al sujeto, permitiéndole al mismo tiempo, reducir el peso del sentido y construir algo original para sí mismo. Este fue el caso para Joyce. Vemos con muchos psicóticos, niños o jóvenes psicóticos también en instituciones como Le Courtil por ejemplo, cómo un trabajo así, de construcción fuera de sentido, justo en el límite del sentido, pero reduciendo justamente ese peso, permite apaciguar al sujeto.

S.G.: Entonces Alexandre, ¿qué podrías enseñarnos de la pulsión en el autismo?

A. S.: La pulsión en el sentido de violencia, si entendí bien, si queremos hacer una diferencia entre el autismo y la psicosis lo que me parece hoy en día necesario y útil, de hecho, los psicóticos pueden ser fuertes en el pasaje al acto y por lo tanto encontrarse luchando contra una violencia que está siempre presente, mientras que muchos autistas, no son, a priori, violentos, simplemente porque para ellos el Otro no está constituido. Esto no impide sin embargo al Otro aparecer como demasiado real y surgir en su campo, me parece que la violencia propiamente autística, es una respuesta, yo diré, casi siempre, a la intrusión del Otro. La pulsión en el sentido de violencia de ciertos autistas es causada por una intrusión en su campo. ¿Cómo podemos tratar de reducir esto? Seguramente, no calmándolos, pero invadiéndolos menos. Invadirlos menos no quiere decir dejarlos solos, sino intervenir en su campo, sin ser intrusivos, es todo un proceso, diría. Hay todo un tiempo necesario de acercamiento, de descubrimiento paulatino del sujeto, de tener en cuenta al sujeto, tener en cuenta lo que él hace, lo que él crea, de preocuparse sin ocuparse demasiado, se trata de poder abordar al sujeto con tacto.

S. G.: Muchas gracias Alexandre.

NEL - Nueva Escuela Lacaniana