21 AL 23 DE OCTUBRE DE 2016
IX JORNADAS DE LA NEL
Textos

El cuerpo hablante y sus estados de urgencia
por Miquel Bassols

En camino hacia el décimo Congreso AMP que se realizará en Río de Janeiro, en el mes de abril, sobre "El cuerpo hablante. Sobre el inconsciente en el siglo XXI", la velada especial de la AMP el lunes primero de febrero, tomó un giro de actualidad para tratar este tema.* Esta actualidad marca de nuevo una temporalidad en nuestra escuela. Los acontecimientos de los últimos meses en París, difíciles para todos, pero especialmente para nuestros colegas franceses, así como las situaciones de violencia generadas en otros lugares, nos llevan a reflexionar sobre las situaciones de urgencia subjetiva producidas por la irrupción de un real del que todavía estamos lejos de ver todas sus consecuencias.

Lo que llamamos, a partir de la enseñanza de Lacan, el cuerpo hablante, vive en realidad en un "estado de urgencia" permanente por el hecho de encontrarse habitado por la pulsión, esta exigencia de inmediata satisfacción. ¿Qué pasa cuando esta exigencia se presenta desde el exterior, en la ruptura misma de los lazos sociales, como pura pulsión de muerte, y siempre de forma distinta para cada sujeto? Los estados de urgencia toman en cada caso modos singulares de respuesta que escapan a toda explicación sociológica.

Los colegas, miembros del Consejo de la AMP que viven en diferentes ciudades de nuestras Escuelas, abordaron este interrogante durante esa velada con mucho tacto y con la fina sabiduría que se puede extraer de la enseñanza de Lacan. Un mismo hilo atravesó estas elaboraciones, el del tiempo lógico que marca siempre la respuesta del sujeto del inconsciente a lo real imposible de simbolizar. Y esto en la articulación de dos dimensiones temporales.

Hay por una parte, el tiempo del lenguaje, un tiempo que se plantea como eterno en la medida en que siempre se puede añadir un significante a otro significante en un deslizamiento infinito de la significación. Este fue siempre—por así decirlo—el tiempo de la religión, del sentido mismo que plantea en el imaginario esta infinitud como algo inherente al tiempo. La paradoja es que hoy en día es la misma tecno-ciencia que ya promete esta eternidad tomando el lugar del Otro del lenguaje en una carrera de Aquiles persiguiendo a su tortuga. De hecho, se cree en la eternidad más de lo que se cree. El sujeto del lenguaje, el sujeto de la cadena significante se plantea como eterno, tal y como el fantasma obsesivo lo manifiesta hasta el punto de llegar a experimentar la tortura de asistir a su propia muerte. Este es el sujeto eterno del significante del que Sade quería eliminar todo rastro de la superficie de la tierra.

Por otra parte, la experiencia de tener un cuerpo hablante implica la experiencia de un límite temporal, y siempre como una urgencia subjetiva. En la medida en que el cuerpo es un cuerpo hablante, afectado por el goce—la pulsión justamente llamada por Freud "pulsión de muerte"—, es mortal.

Entre estas dos dimensiones, el destino del cuerpo hablante se juega en sus estados de urgencia. En esta perspectiva, el tiempo lógico desplegado por Lacan al comienzo de su enseñanza—ese tiempo marcado por el instante de la mirada, el tiempo para comprender y el momento de concluir—siempre implica, de hecho, un sofisma, es decir, un razonamiento lógico que incluye una especie de engaño. Se plantea como un tiempo que se desarrolla a partir de la estructura del lenguaje en los rieles del significante, pero lleva en su tren un viajero secreto: la pulsión misma que vive en el instante de la mirada y que gira alrededor de un objeto que es la mirada misma. La mirada como objeto pulsional introduce un cortocircuito en el tiempo lógico, un cortocircuito en el tiempo para comprender, que precipita al sujeto en el acto, en la prisa, en la urgencia. No podemos resolver la conclusión del acto en el tiempo lógico sin hacer entrar a la pulsión en su tren. Es por esta razón que en última instancia se trata de un sofisma en ese tiempo lógico que no escapa a la doble dimensión temporal del tiempo infinito del lenguaje y el tiempo cíclico de la pulsión. Es la pulsión, de hecho, la que precipita al sujeto en su acto.

En esta coyuntura, hay una paradoja que se presenta en nuestra actualidad: mientras más se promueve la eternidad para el sujeto, más se le empuja a la urgencia subjetiva; cuanto más se desplaza al sujeto en la cadena infinita del significante, más angustia se obtiene como signo de un real, más nos encontramos con un sujeto hiperactivo, empujado al acto.

El sujeto de nuestro tiempo vive entonces entre la metonimia infinita inducida por el lenguaje y la experiencia del cuerpo limitado por la pulsión de muerte y su exigencia de satisfacción inmediata. De hecho, es el tiempo que nos impone la tecno-ciencia con sus gadgets, del Internet al celular: siempre somos empujados a otra parte, siempre estamos en otra parte mas allá de donde está nuestro cuerpo hablante. El tiempo pulsional introduce este cortocircuito en el tiempo del lenguaje, éste irrumpe de una manera que llega incluso a la angustia. Ya conocemos los diversos efectos de la adicción, de goce en este desplazamiento infinito que empuja al sujeto a la urgencia del acto.

El cuerpo hablante es ese anudamiento entre el cuerpo y lalengua que designamos también con el concepto de pulsión. La pulsión es siempre una experiencia de una urgencia subjetiva en relación con el tiempo infinito del lenguaje. Del lado de la pulsión, como se verá en las presentaciones de esta noche, siempre es demasiado tarde o demasiado pronto.

Este "demasiado", que habita el cuerpo hablante es lo que está presente en cualquier experiencia traumática que motiva la urgencia subjetiva.

En esta perspectiva, nuestro colega Oscar Zack, de Buenos Aires, hace una reconsideración sutil del tiempo lógico cuando la urgencia subjetiva deviene el signo de un real imposible de soportar, pero también es el factor necesario para llegar al momento de concluir de ese tiempo. Es la observación que ya podemos encontrar en Lacan en su discurso en Roma de 1953: "Nada de lo creado que no aparezca en la urgencia, nada en la urgencia que no genere su rebasamiento en la palabra." La urgencia subjetiva es la condición de toda creación efectiva. Al mismo tiempo, la palabra, el tiempo del lenguaje, son la condición de toda creación para superar esta urgencia. En esta articulación entre los dos tiempos, nunca hay encuentro predecible, sólo hay pura contingencia.

Juan Fernando Pérez, de Medellín, toma de nuevo el tiempo lógico como tiempo de la angustia: entre la amenaza que suspende el acto ante la figura del Otro malévolo y la lucha que lo convierte en enemigo. Y subraya dos posibles respuestas que encontró en estados clínicos de urgencia: el insomnio, una especie de "procrastinación circular", y el estado de alerta generalizado que precipita la huida, la prisa, delante de cualquier señal de peligro. El estado de urgencia toma su lugar así entre la procrastinación y la prisa sin tener acceso al kairos aristotélico, el momento adecuado para actuar. En esta coyuntura de lo imposible, él nos ofrece la sutileza de un "estilo tardío" que habitaría el acto de la creación.

Por su parte, Marcus André Vieira, director del próximo Congreso del AMP en Río de Janeiro, presentó la instancia del superyó y la angustia en la urgencia subjetiva. Nuestro paradigma para el tratamiento de la urgencia es la angustia que se debe hacer de-consistir al revés del superyó, esa voz que mira al sujeto imponiéndole un goce. Introduce un nuevo elemento en la lógica temporal de la urgencia, la "resonancia asemántica" de la voz en el cuerpo hablante, instancia de lalengua fuera del sentido, una parte no significante de la voz, cruce entre el significante y el goce, que no tiene un objeto predeterminado, sino que introduce el tiempo de la contingencia. Un saber-hacer, por lo tanto, con la contingencia para hacerle frente a la urgencia del superyó.

Patricia Bosquin Carroz finalmente compartió una experiencia decididamente subjetiva en dos tiempos a partir de dos eventos trágicos que sacudieron la ciudad de París en los últimos meses: los ataques del 7 y 9 de enero del año 2015 a Charlie Hebdo y el Hyper Cacher, y los ataques del 13 de noviembre. Hubo, de hecho, dos respuestas diferentes a cada evento, una identificación masiva con el significante amo y el cambio del grupo formado como respuesta a la irrupción de un real entre un silencio impuesto y un silencio deseado, entre el silencio impuesto por el terror y un silencio hablante que estuvo presente también en las calles. Hay así un tiempo de silencio necesario al tiempo para comprender en un duelo.

Por último, si se puede concluir con una fórmula para escandir este nuevo tiempo lógico que marca el momento de la urgencia subjetiva de nuestro tiempo, podemos tomar la fórmula lanzada por Eric Laurent en un debate rico en matices: "¡Se acabó la eternidad!"

* 9 de febrero de 2016 después de la velada preparatoria al congreso de la AMP que se llevó a cabo en el local de la ECF el primero de febrero de 2016. Texto publicado en el Hebdo-Blog n° 61.

NEL - Nueva Escuela Lacaniana