21 AL 23 DE OCTUBRE DE 2016
IX JORNADAS DE LA NEL
Textos

Odio en tí…
por Gustavo Stiglitz

Pocos días después de los atentados de noviembre 2015 en París, mi compañero de asiento en el avión me explicaba que había abrazado al Islam como un destino. No tenía nada que ver con sus orígenes, pero le ordenaba la vida. Como si recién hubiera leído En dirección a la adolescencia de Jacques Alain Miller, que acababa de aparecer en las redes, discurría sobre lo bueno que era saber qué hacer a cada hora del día, cómo debía comportarse la mujer y él con ella, cómo ser padre y llevar adelante una familia y todo lo relativo al amor y al sexo.

Su aparente paz interior, su seguridad y aplomo se perturbaron cuando dije - ¡qué sentido de la oportunidad! - que eso ocurría con las religiones en general, señalando a otro compañero de viaje, con atuendo de judío ortodoxo.

"Ah no!", exclamó visiblemente molesto. "Nosotros no tenemos nada que ver con esa gente, nunca nos vamos a parecer, ni queremos saber nada de ellos, eso no!"
El resto del viaje transcurrió casi en silencio.
Me quedé pensando en ese punto de viraje que transformó una conversación sobre el orden y el amor, en una confesión de odio.
De lo programado para todos, a la irrupción de una violencia fuera de programa y, por lo tanto, de sentido.
Llamó mi atención que el desencadenante fuera señalar en el otro algo que él describía como propio: abrazar un destino religioso que ordena la vida.
Acababa de experimentar en acto los efectos de acercarme demasiado a un punto con características de extimidad, en el sentido de ubicar en un otro exterior, algo que pertenece a la propia intimidad. Efectos derivados de lo que el mandamiento "Ama a tu prójimo como a tí mismo" cubre, en tanto semblante que el Padre propone para velar otro semblante más próximo a lo real. Si éste pudiera decirse sería "odio en tí algo más que tú, y que me es propio."
El amor al prójimo aparece así como la ficción que vela lo real de un odio primordial, como dice Lacan en el Seminario 7.

Mi vecino ya me había aclarado que en su opinión los atentados fundamentalistas eran una locura. Por eso fue interesante ver aflorar de manera muy restringida el fenómeno del odio de algo de sí en el otro.
¿Cuándo se produjo la báscula del amor al odio?

El fenómeno extremo, por ejemplo el atentado suicida, muestra la cuestión estructural a dilucidar en su reducción máxima.
Desde que nos ocupamos de los atentados suicidas, me ha llamado la atención lo siguiente:
que en el mismo punto en que se pone en juego la adoración de un Uno único, totalizante y totalitario - en ese mismo punto, el cuerpo y su imagen de unidad estallan en mil pedazos.
Un modo del S1 que conduce a la fragmentación.
¿Cómo escribir ese par? ¿S1 - Pum!? Nada más ridículo, pero cómo articular ese misterioso efecto de la máxima reducción del S1 sobre los cuerpos?
¿Por qué un S1 puede llevar a un S2 y generar una cadena de sentido ligado a la vida, o puede abrir a la pendiente de la autodestrucción?
¿Por qué un significante puede portar un soplo de aliento vital que lo ligue a otro, o puede soltarse y precipitar a un abismo mortal?

Es evidente que la pura lógica no puede dar cuenta de estos fenómenos.
Algunas cuestiones a partir de aquí.
Se nos impone investigar detalladamente diferentes modos de vivir el odio de sí y revisitar, a la luz de la última enseñanza de Lacan, su Estadío del espejo, por el cual instala en el corazón de la identidad consigo mismo a la imagen del otro.
Siempre llegaremos tarde si el ideal de la muerte se ha consolidado, como brújula y como puerta a la gloria eterna.

Siguiendo a Eric Laurent en La vergüenza y el odio de sí, la vergüenza - avergonzar al sujeto - tiende a disolver la relación con el S1 solo - que no tiene nada que ver con la serie de los Nombres del Padre - y tiene como efecto que el sujeto pueda verse gozando allí.
La gran paradoja del atentado suicida es que la única vía para inscribir el odio de sí en el Otro, acaba con la vida. Imposible hacer responsable al suicida que, una vez que realiza su acto ya no puede responder por él.
Y con el compañero de viaje, ¿qué se debemos hacer y qué nos cabe esperar? Es el verdadero desafío para los psicoanalistas.

NEL - Nueva Escuela Lacaniana