21 AL 23 DE OCTUBRE DE 2016
IX JORNADAS DE LA NEL
Rincón bibliográfico

La dirección de la cura y los principios de su poder. J. Lacan
Flory Kruger

"Pero éste es solamente el efecto de las pasiones del analista: su temor que no es del error, sino de la ignorancia, su gusto que no es de satisfacer, sino de no decepcionar, su necesidad que no es de gobernar, sino de estar por encima. No se trata en modo alguno de la contratransferencia en tal o cual; se trata de las consecuencias de la relación dual, si el terapeuta no la supera y cómo la superaría si hace de ella e ideal de su acción?" página 575.

El gran aporte de Lacan en este Escrito es ubicar la acción del analista a nivel de lo simbólico y no de lo imaginario. Por lo tanto esta referencia a la relación dual, es una crítica a los analistas de su época, desviados del espíritu freudiano.

Las pasiones del ser es la forma que tiene Lacan de nombrar las exigencias del neurótico dirigidas al Otro, exigencias que surgen de su falta en ser, producida por el efecto del lenguaje. Si entendemos las pasiones del ser, tal como lo define Lacan, como "lo que evoca toda demanda mas allá de la necesidad que se articula en ella", podemos decir que las pasiones del ser se expresan a nivel de toda demanda. Entonces si hablamos de las pasiones del analista, estamos pensando en la persona del analista y no en el Deseo del analista. Si la pasión aparece en toda demanda, pensar la pasión del lado del analista es invertir el lugar de la demanda, no es el analista el que demanda, es el paciente el que dirige su demanda al analista. Dirige su pasión de ser al Otro, representado en el analista, por lo tanto, pensar en la pasión del analista es reducir la relación analítica a una relación dual, entre dos subjetividades. La respuesta de Lacan a la contratransferencia fue poner al analista en el lugar del Otro, porque el Otro no tiene subjetividad. Más adelante lo pondrá en el lugar del objeto a, pero en este texto aun no cuenta con este concepto.


Referencia a la pasión en La Dirección de la cura y los Principios de su poder de Jacques Lacan.
Elida Ganoza

Menos aún que el nada que pasa por la ronda de las significaciones que agitan a los hombres, es la estela inscrita de la carrera, y como la marca del hierro del significante en el hombro del sujeto que habla. Es menos pasión pura del significado que pura acción del significante, que se detiene en el momento en que lo vivo, convertido en signo la hace insignificante. Este momento de corte esté asediado por la forma de un jirón sangriento: la libra de carne que paga la vida para hacer de él el significante de los significantes, como tal imposible de ser restituido al cuerpo imaginario; es el falo perdido de Osiris embalsamado. Jacques Lacan, Escritos 2, La dirección de la cura (pág. 609)

Esta referencia de Jacques Lacan, la pasión pura del significado y pura acción del significante es muy rica y condensada, está insertada en un párrafo de La dirección de la Cura y los principios de su poder, en el punto 12 del acápite V, Hay que tomar el deseo a la letra que augura y nos deja vislumbrar en este tramo de su enseñanza, los derroteros que orientarán su posteriores desarrollos epistémicos y clínicos a partir del Seminario 5 y que están precisamente localizados en este párrafo.

Lacan está refiriéndose al falo, como lo conceptualiza e momento de su enseñanza, pero al plantear lo vivo, si nos ceñimos a que la pasión es una experiencia de goce en el cuerpo, ahí podríamos hablar de la pulsión como el eco en el cuerpo de un decir, ¿esto sería lo vivo a que se refiere?

El significado, como pasión pura, ¿estaría refiriéndose a la verdad, al deseo?, pero que es menos comparada con la acción del significante, donde el deseo se desliza metonímicamente en la cadena y se escapa teniendo el problema de captar el lugar del deseo en el discurso del sujeto. El deseo es igual a su interpretación, nos dice Lacan.

En este texto, las pasiones, son nombradas por Lacan como pasiones del ser, amor, odio e ignorancia, se originan en la falta en ser que experimenta el sujeto por el hecho de hablar. La pasión aquí está concebida como la búsqueda de un complemento a esa falta estructural, también lo vivo podría ser el objeto depositado en el Otro.

Pero si estamos en las pasiones del ser, estamos en el lenguaje, el ser es un hecho de lenguaje y en la mortificación del significante y no en el cuerpo como sustancia viva, gozante.

El sujeto tachado, está marcado por el efecto significante, su división es resultante de la acción del significante. La significantización del cuerpo supone en Lacan, una docilidad al significante. Una armonía en el sistema que luego en su última enseñanza desanudará. Supone que la pulsión representa el resultado por excelencia de la acción del significante sobre el cuerpo, evidentemente valora lo activo del significante sobre su dimensión parasitaria.

Lacan al desarrollar el concepto de falo, en el Seminario 5 y que perfeccionará en el Seminario 6, nos plantea que el falo es el significante del deseo,[1] Φ, Phi, especializado en designar los efectos del significante sobre el significado, que al no ser un significante como los otros, sería algo tomado de una forma prevalente del impulso, del flujo vital, pero que no está menos capturado en su dialéctica en calidad de significante, con lo que este paso al registro del significante tiene siempre de mortificado para todo lo que accede a la dimensión del significante.[2] *Planteándose la coincidencia que donde se inscribe la pulsión ese lugar es asignado al falo, debido a una necesidad estructural de que algo se superponga al conjunto de los significantes para hacer de él un significado, el significado es un a significar.[3] *

También nos explica Lacan que el complejo de castración es la relación de un deseo con una marca. El falo es preciso que esté marcado por este hecho... nos aclara que, la marca es el signo de lo q sostiene esa relación castradora. Y agrega que no debemos olvidar la relación orgánica del deseo con el significante, porque sería eludir el carácter esencial, vivo, de las manifestaciones del deseo humano, de las cuales debemos poner en primera línea su carácter no solo inadaptado e inadaptable sino profundamente marcado y pervertido.[4]

Entonces la pasión pura del significado, se va a detener como insignificante ante el signo que viene desde el cuerpo como jirón sangrante, la libra de carne, sacrificio,precio, que ha de pagar el sujeto que habla en su relación con el significante, queda como resto inasimilable de la operación de la alienación del viviente en el Otro, por el que surgirá el objeto de deseo, se inscribirá la falta en el sujeto, más allá del campo de la demanda, cuya dimensión introduce en la vida del sujeto el significante.

Y si nos detenemos en lo que Lacanplantea con el falo perdido de Osiris embalsamado, refiriéndose al mito, podemos plantear que lo que se presenta en el falo, es lo que de la vida se manifiesta de la forma más pura de turgencia y empuje. Su nombre griego phallos se emparenta con el flujo, la savia, phleps,[4] al tener la misma raíz. Esto es ir lejos, nos confiesa Lacan, pero no hay forma de ir menos lejos para darle su significación al falo.[6]

NOTAS

  1. Lacan, J.: El Seminario, Libro 5: Las formaciones del inconsciente (1957-58), Paidós, Bs As, 2007, p.401
  2. Lacan, J.: El Seminario, Libro 5: op. cit.,p. 392
  3. Lacan, J.: El Seminario, Libro 5, op. cit., p. 401
  4. Lacan, J.: El Seminario, Libro 5, op. cit., p. 316
  5. Lacan, J.: El Seminario, Libro 5, op. cit., p. 355
  6. Lacan, J.: El Seminario, Libro 5, op. cit., p. 401

Párrafo
Maria E. Cardona

Pág. 607: Es también pasiones del ser lo que evoca toda demanda más allá de la necesidad que se articula en ella...

En este párrafo del capítulo V de "La dirección de la cura "Lacan viene precisando lo que es la estructura del deseo, donde la aparición del objeto del deseo no está articulado a un objeto natural sino a un fantasma singular. No es pues, un objeto de la necesidad y por lo tanto no se obtiene a través de la demanda armada a través de los significantes. Ahí donde hay una alteración de la necesidad en demanda, se produce una diferencia que posibilita alojar al deseo. El deseo es la metonimia de la falta en ser. El deseo se desliza en la cadena significante porque no existe una palabra que lo pueda nombrar.

Es por eso, que Lacan concluye, en Subversión del sujeto y dialéctica del deseo: "que el deseo sea articulado, es precisamente la razón de que no sea articulable". Es articulado porque depende de la cadena significante pero asimismo es inarticulable porque lo que se enuncia no es el deseo sino la demanda. Mi condición de sujeto en falta me insta a demandar algo; lo que reste de ese intento siempre fallido será el deseo.

Lacan definía el deseo como la pasión del significante; donde el desear tiene que ver con la pasión del cuerpo mortificado- enfrentado a esta falta-en- ser o deser. No será de esta manera como definirá la pasión en su última enseñanza donde la pasión del cuerpo mortificado se sustituye por otra: la pasión por el cuerpo.

NEL - Nueva Escuela Lacaniana