21 AL 23 DE OCTUBRE DE 2016
IX JORNADAS DE LA NEL
Actividades en sedes y delegaciones

Boletín #11

La creación del artista, con la pintura, con la literatura, es ex nihilo, a partir del agujero, como dice Lacan en el seminario 7, de donde me animo a plantear la posibilidad que tiene el que crea, de no evitar lo real sino de ceñirlo con el objeto creado.

Y respecto al tema que nos concierne en el boletín preparatorio a las Jornadas sobre Violencias y pasiones, tenemos el magnífico aporte de Maritza Cino, con el cuento Bodas de porcelana, recientemente publicado en su libro Días frívolos, y el de Jorge Velarde, que colabora con imágenes de dos de sus pinturas, tituladas Historia de amor I, e Historia de amor II.

En ambas obras encontramos el lado oscuro de la pasión amorosa, el que aparece cuando desfallece la función que hace pasar el goce al deseo. Maritza Cino nos acerca a este punto envuelto en un humor, que aunque un poco oscuro también, funciona como tratamiento gentil a la mostración del caracter mortífero que puede tener el desamor. Las imágenes de Velarde no lo velan, sino en el recurso de atrapar la mirada en lo bello de su pintura.

El lector podrá remitirse a las excelentes presentaciones del libro Días frívolos que hicieron Gilda Holst y Tina Zerega, a quienes agradecemos su colaboración a nuestro estudio preparatorio de las IX Jornadas de la NEL.

Presentado por Ana Ricaurte

El cuerpo retorna leve y desnudo al evocar
las pequeñas criaturas que cruzan la
memoria, cada vez que transitamos al
origen.
Maritza Cino Alvear.

Bodas de porcelana

Mi afición por las muñecas se la debo a
Salomé; no solo porque fue un regalo de aniversario,
sino por el significado que cada una de ellas representa
en cada escena, mientras la otra, Salomé, gesticula
frente a sus admiradores y delinea sus labios antes de
cada función.
En mi tiempo de ocio, que ahora es prolongado, ya
que estoy retirado de mi antiguo modus operandi,
me he dedicado a mis muñecas: reviso sus rostros
de porcelana y atuendos de seda para conservarlas
a la par de estos tiempos, y colocarlas en un lugar
que esté a la altura de sus marcas y procedencias.

He comprado pelucas de corte fashion para algunas
de ellas y las he maquillado sutilmente para disimular
las cicatrices causadas por mis antiguas iras.
Últimamente, también he aprendido algo de costura
para confeccionarles la vestimenta apropiada, de
tal modo que luzcan como modelos posmodernas.
A veces, mientras me entrego a este placer, viene a mí
mente como una alianza de humo la casa de muñecas
de algodón que coleccionaba mamá, y que luego del
incendio pereció, al igual que su pasión por la vida.

No sé hasta cuándo ejerza este oficio que toma
vida cuando Salomé se ausenta, es decir, cuando
no está actuando, aunque en esta época de crisis
escénica pasamos simulando vida de hogar,
distraídos con nuestra música sacra, y eso nos lleva
a permanecer complaciéndonos para soportarnos
en la rutina de estar sin actuar. Así la acerca y aleja
de mí, aún a la hora de nuestra puntual intimidad.
No tiene importancia repetirlo, pero nuestras
vidas han sido intensas; después de más de dos
décadas, subsistimos en esta escena cerrada
donde nos dedicamos a lo nuestro, como una
puñalada pre mortem por llamarla de algún modo.

Durante estos tres días, en que solo hemos salido a
tomar una copa de vino con nuestros vecinos calabreses
e intercambiar fotos de aniversario, la he visto mirarme
con algo de extrañeza y seguir, silenciosamente, mis
pasos dentro del departamento. Me molesta sentirme
acosado, ya que no puedo visitar a mis muñecas. Lo
que más me incomoda es saber que están en el cuarto
contiguo, apenas a pocos metros, y aun así, no logro
darles la entrega y atención que ellas demandan.

No es que me considere infiel o algo parecido por
culpa de este deseo, pero Salomé es tan singular,
siempre reclama exclusividad, y aunque como
mencioné, fue ella la que, en gratitud a nuestros años
compartidos, me dio la primera muñeca de porcelana,
aduciendo que era su doble, y a partir de ahí fuimos
cultivando la presencia de estas embajadoras del ocio
y del placer.

No me arrepiento ni evado la transgresión a
los principios del matrimonio, solo que sé que
esto es otra cosa: unión libre, pero también de
hecho, más cercana al instinto de preservación
del amor, y claro está, del respeto ante todo.

Continuamente me persigue la idea de que esta vida
hogareña ya no es llevadera. Carezco de ese ímpetu
para pasar de alcoba en alcoba y complacer a todas
en esta escena cerrada, tal como si se tratara de un
harem o algo por el estilo. En estos últimos días en
que se pone en riesgo nuestro nexo nupcial, me asalta
la idea como cuando ejercía la mutilación serial,
que solo una puñalada pre mortem, encarnaría un
modus catártico para desalojar a la última diva.

NEL - Nueva Escuela Lacaniana