21 AL 23 DE OCTUBRE DE 2016
IX JORNADAS DE LA NEL
Las Conversaciones

¿De qué se es víctima?
por Gladys Martínez

Bassols[1] en Victimología señala cómo la pregnancia de la defensa de los derechos humanos en todas las esferas de la vida social ha traído aparejada un deslizamiento del objeto victima individual a una categoría grupal. Esto ha servido para colectivizar y dar identidad a comunidades humanas que comparten el rasgo común de algún perjuicio sufrido. De este modo, se observa una cierta generalización de la noción de trauma a cualquier evento de la vida humana que pueda atentar contra cualquier derecho humano y causar así un perjuicio. De ahí que haya asociaciones de víctimas de todo tipo. Pero frente a esta tendencia generalizadora y homogeneizadora, Bassols resalta una lógica estructural que la subyace. La noción de victima sirve como nominación, como rasgo que proporciona identidad pero, a su vez, es muy afín al estado de desprotección y dependencia radical del ser humano cuando llega al mundo.

De este modo la noción de víctima porta un elemento central: el desamparo, es decir, ser objeto de un acontecimiento frente al cual el sujeto se encuentra impávido, aturdido, sin recursos para responder y sin palabras para nombrarlo. Ser objeto de es muy afín a la posición inaugural de todo ser hablante como lo plantea muy tempranamente Freud pues se depende vitalmente de un otro que cuide, proteja y alimente para poder sobrevivir. Se es objeto de esos cuidados pero también de las palabras de ese Otro que marcan el cuerpo, vaciándolo de goce y a la vez instaurando una recuperación de él.

La indefensión y dependencia, por un lado, y la imposibilidad del Otro de satisfacer siempre y en la medida exigida todas las necesidades y ansias, así como la imposibilidad de las palabras para nombrar el goce del cuerpo que inauguran suscitan profundas decepciones y una sospecha constante de las buenas intenciones de ese otro.

Ahora bien, cuando se es víctima de una agresión, de una invasión, de una pérdida inesperada, de un destierro, de una catástrofe, este acontecimiento activa, irremediablemente el desamparo inaugural, la lectura del exterior como peligroso y la sospecha de la maldad del otro. ¿Cómo hacer que el sujeto pueda reconstruir un otro confiable para continuar adelante con su vida después de un evento que deviene traumático?

La pregunta entonces puede orientarse a cómo responde el sujeto frente a lo que no tiene justificación y que contingentemente padeció. Existe el riesgo de anclarse en una posición pasiva donde se está detenido en la espera de ser resarcido, restaurado o donde la actividad queda presa en una feroz pasión por la denuncia de la impotencia del Otro, por una pasión por la victimización como causa reivindicativa.

Caretti[2] plantea que la des-responsabilización subjetiva es una tendencia estructural de todo sujeto pues opera como mecanismo que tapona cualquier falla o falta que lacere la imagen o idea de sí. En este sentido plantea el empuje a una victimización generalizada en una época caracterizada por replegar al sujeto a un ensimismamiento en un narcisismo sin mediación que en lugar de proveerlo de recursos para enfrentar las cosas de la vida y del mundo, hacen que se choque de manera estrepitosa con él.

Miller[3] propone ese mismarse del yo como delirio de identidad. Deliro que se puede escribir como yo=yo, que no es más que la pasión de creer que la identidad de sí no pasa por el Otro. Encierro del yo que solo encuentra salida desatando la violencia contra el mundo o contra sí, encontrando en la figura de un verdugo la propia pasión sacrificial al superyó.

NOTAS

  1. Bassols, M. (Noviembre, 2014) Victimología. Recuperado de: http://miquelbassols.blogspot.com.es/2014/11/victimologia.html
  2. Caretti, J. (Mayo, 2015) La víctima generalizada. Recuperado de: http://blog.elp.org.es/all/cat19/la-victimizacion-generalizada-joaquin-caretti/
  3. Miller, J.A. (2010) La estructura general del desconocimiento. En: DONC. Pag 120Buenos Aires: Editorial Paidós.
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